Personas internas interactuando

Personas internas interactuando
Nuestras diferentes personas internas se manifiestan diariamente en nuestras actividades Cada vez que nos surge un deseo o una intención de hacer algo, habría que preguntarse qué persona interna está actuando. Conocer e identificar nuestras personas internas es un reto. Cuanto más avancemos en este proceso de autoconocimiento mejor comprenderemos lo que nos sucede. También aprenderemos que las personas de nuestro entorno son una manifestación de las nuestras internas. Vamos a construir una escena como ejemplo de cómo se manifiestan e interactúan. En esta historia siempre hablamos de personas internas de un individuo:
Un domingo a las 5 de la tarde. Antonio, 35 años, soltero, está recostado en el sofá leyendo un libro. Visto de esta perspectiva esto significa que una de sus personas internas lee y posiblemente algunas otras observan lo que Antonio lee con curiosidad pero sin gran interés mientras que otras o duermen o se aburren sin saber qué hacer. Tenemos aquí la persona activa “el lector” (Mercurio). Las demás descansan o duermen. Antonio no tiene ni idea de lo que sucede en su interior. De pronto otra persona, “el fumador” (Neptuno) despierta y señaliza: “necesito un cigarro”. Antonio interrumpe la lectura, a disgusto del lector, coge su paquete de Ducados, enciende el cigarrillo y aspira el humo a fondo, a placer del fumador. De nuevo se manifiesta “el lector” y señaliza su impaciencia para que Antonio siga leyendo.
Ahora tenemos dos personas activas: el “lector” y el “fumador”. El uno sabe de la existencia del otro, se toleran mutuamente y cada uno por su cuenta disfruta de su actividad.
En ese momento a Antonio le da un golpe de tos. Con eso despierta “el maestro” (Saturno) e induce Antonio un sentimiento de culpa diciéndole: “Estás destrozando tu salud, deberías dejar de fumar”.
Ya tenemos tres personas actuando:
“El lector” está molesto por la intromisión y aunque le da la razón “al maestro” lo único que quiere es que Antonio se centre de nuevo en la lectura.
“El fumador” intenta acallar la voz del maestro y muestra con fuerza su necesidad de placer. Pero pierde esta batalla Antonio apaga el cigarrillo con malestar. “El fumador” sonríe irónicamente ya que está seguro de que dentro de un rato podrá volver a la carga y conseguirá imponer su voluntad.
“El maestro” se da de momento por satisfecho pero sigue amonestando a Antonio, intentando convencerle de que no merece la pena poner en peligro la salud sin necesidad.
Media hora más tarde suena el teléfono. Todas las personas de Antonio interrumpen sus actividades o despiertan de su letargo. Algo nuevo sucede y como ninguna sabe lo que es, se interesan todas por ello.
Antonio contesta y al otro lado del teléfono está Inés, una mujer atractiva de 28 años que conoció una semana antes en un taller de constelaciones, con la que sintonizó y con la que se citó para el lunes a las 5 de la tarde para tomar café. Ahora “el lector” desaparece en profundidad. Antonio deja caer el libro sin darse cuenta.
“El amante” (Venus) toma la iniciativa y contesta con alegría. Inés quiere aplazar la cita para las 8 de la tarde.
Otra persona interesada “el conquistador” (Marte) se alegra y piensa: “Así estamos más cerca de la noche y tengo más posibilidades”.
El Marte de Antonio se apresura a decir “Me parece bien”.
La Venus de Antonio piensa “cuidado de no parecer demasiado seco y dice: “Entonces hasta el Lunes a las 8. Me alegro de escuchar tu voz”.
Ahora entra en juego de nuevo “el maestro” y dice a Antonio: “¿No has sido demasiado impetuoso? ¿Qué va a pensar Inés de ti?
Pero “el amante” y “el conquistador” ignoran “al maestro”. Los dos están muy ocupados haciendo planes.
Antonio recibe del “amante” ilusión y bienestar.
“El conquistador” le muestra su impaciencia por la espera hasta el lunes. Antonio se siente ilusionado y mira por la ventana el buen tiempo que hace
Ahora entra otra persona en juego: “el “seductor” (Plutón). Este insinúa a Antonio que él domina el arte de la seducción y que puede ayudarle a realizar sus planes de conquista.
“El conquistador” acepta encantado la alianza con “el seductor”. Lo que no sabe todavía Antonio es el alto precio que tendrá que pagar por la ayuda que reciba.
Al cabo de un rato de contemplación e inactividad, haciendo mentalmente planes, se hace notar de nuevo “el lector”. Antonio mira por todas partes y no encuentra el libro. Después de buscar lo encuentra debajo del sofá. Antonio se sienta, “el lector” vuelve a estar activo.
Pronto “el fumador” exige un nuevo cigarrillo. Antonio saca uno de su paquete de Ducados y lo encientde
Ahora se insinúa una nueva persona: “el niño”. Este hace imaginar a Antonio lo que hay debajo del prometedor escote de Inés y este se ve ya colgado de sus tetas chupando como un bebé (a Antonio no pudo darle el pecho su madre).
Antonio no puede concentrarse en la lectura. Los párrafos se entremezclan con imágenes del pecho de Inés. “El lector” está irritado y “el fumador” observa intranquilo como el cigarrillo se consume solo en el cenicero.
“El amante” y “el conquistador” se alían con “el niño” y los tres disfrutan de lo que se imaginan. Esto provoca en Antonio una excitación sexual. Se acabó la lectura.
“El lector” es reprimido al inconsciente.
“El fumador” se decide a colaborar con el trío del disfrute. Así Antonio, con una mano en los pantalones y con el cigarrillo en la otra disfruta de lo que él llama su “imaginación”.
Hasta aquí de momento nuestro teatrillo. Escenas de este tipo se suceden continuamente en la vida de cada uno de nosotros y no podemos imaginarnos las muy diferentes personas que interactúan en el interior. Normalmente estos jueguecitos no tienen consecuencias patológicas y no provocan ningún síndrome psiquiátrico. Esto solo sucede cuando una o varia personas descontentas dan un “golpe de estado” y toman las riendas de nuestra vida oprimiendo o confinando a las demás
Haciendo ahora un acto de cinismo vamos a construir ahora una escena similar, cinco años más tarde, en la que intervienen mismas personas de Antonio.
“El lector” está de nuevo leyendo con interés.
“El fumador”, casi sin voz, suplica: “un cigarrillo por favor”. Pero no es escuchado porque Antonio se quitó de fumar hace ya dos años. Ha engordado diez kilos y ahora con regularidad no escucha “al fumador”, pero se deja seducir por “el amante” que le pide a cambio chocolate. Antonio obedece y coge un trozo de la tableta que ahora está donde antes estaba el paquete de Ducados.
Ahora la misma voz del “maestro” que antes le decía que dejara de fumar, tendría que advertirle de los factores de riesgo y del colesterol alto. Pero no es necesario porque “el maestro” se ha buscado un representante en el exterior. Es Inés con la que se casó hace tres años. Inés le grita desde la cocina: “¡piensa en tu salud y en tu línea!, “ya no cabes en los pantalones”.
“El amante” está insatisfecho y no sabe cómo pudo equivocarse de tal forma.
“El conquistador” está aburrido y no ve nada que pueda conquistar
Así Antonio piensa que la vida se ha vuelo gris y sin aliciente.
Ahora entra Inés en la habitación llevando en brazos a Juanito, de 14 meses de edad. Inés se sienta en el sofá, despliega su sujetador de lactancia y le da el pecho a Juanito.
“El niño” se retire enfadado, porque se siente desplazado de las tetas de Inés.
“El amante” ve ahora en ellas otro significado y no le provocan ninguna excitación erótica.
“El conquistador” sigue durmiendo porque no de momento no hay objetivo a conseguir.
Ahora suena el teléfono. Todas las personas de Antonio se olvidan de lo que estaban haciendo o despiertan de su letargo. Antonio coge el teléfono. Es Susana, una chica atractiva que conoció la semana anterior en un taller de informática y a la que prometió ir a su casa a instalarle la última versión de Windows.
“El niño” ahora se olvida de su enfado y se interesa por las tetas de Susana.
“El amante” se excita pensando en el bien proporcionado cuerpo de Susana.
“El conquistador” piensa en estrategias de conquista.
“El seductor” hace planes.
Antonio se cita con Susana en su casa para el siguiente día a las 5 de la tarde. Inés pregunta “¿Quién era?” y Antonio miente: “Era Javier, mañana tengo que ir a su casa a instalarle un programa y trabajaremos hasta tarde”………..Lo que sigue podemos imaginárnoslo.
Lo que no sabemos y lo que tampoco saben, ni Inés, ni Antonio, ni Susana es que la persona marginada “el fumador” de Antonio ha encontrado una forma de vengarse y satisfacer sus necesidades, sin que nadie lo note. Como no puede fumar y el chocolate no le gusta se busca una nueva actividad: se trata de crear descontento, intrigar y mentir.
Para ello, con ayuda “del seductor”, se busca representantes en el exterior. Así Susana se encapricha con Antonio y para ganárselo le crea descontento haciéndole ver lo triste que es su vida. Por otra parte, siguiendo con su juego de intriga, “el fumador”, con la ayuda “del seductor” encontrará a alguien que se encargue de decirle a Susana que ha visto a Antonio con una jovencita rubia…….
¡Malas perspectivas para la relación de Antonio con Susana!
Con esto hemos aprendido un principio fundamental:
“Todas nuestras personas internas se manifiestan antes o después en el exterior en algún momento de la vida”
Otro aspecto es que cada vez que tomo una decisión, conozco a alguien…etc. son doce personas las que discuten entre ellas si están conformes o no. Por eso cuanto más conozcamos nuestras personas internas mejor comprenderemos lo que nos sucede.
De los muchas posibilidades a nuestro alcance para conocer a nuestras personas internas me parece que la astrología arquetípica, tal y como se aprende en la formación en configuraciones arquetípicas, es la más completa y objetiva de todas.
Manuel Zapata